|
|
Se cuenta que una mujer multimillonaria, asist�a regularmente a la iglesia, aunque mas por costumbre que por deseos de servir a Dios. Ella siempre que escuchaba acerca del cielo, no sent�a mucho inter�s, ya que, seg�n dec�a ella, ten�a aqu� todo lo que deseaba, que no le interesaba en lo mas m�nimo estar en el cielo. Por eso era que, al pasar el los platos de las ofrendas, siempre echaba solo unos cuantos pesos, pensando que ella no necesitaba de recompensas en el cielo. Hasta que un d�a muri�, lleg� al cielo, y vio que las mansiones, a vista de ella, no eran muy diferentes a la mansi�n en la ella viv�a en la tierra, y pens�: "Por lo menos no extra�ar� mucho mi casa". Al momento se le acerc� un �ngel que se ofreci� a guiarla por hasta el lugar en que vivir�a por toda la eternidad y ella acepto sin mucho inter�s. Empez� a caminar en pos del angel, pero al ver que caminaba y caminaba y no llegaba, comenz� a desesperarse, hasta que vi� dos bell�simas mansiones, y se para el �ngel frente a ellas y ella pregunta: "�Cu�l de esas es la m�a?" "Ninguna", responde el �ngel. Es aquella que est� detr�s de esas. Ah� estaba una pobrecita casa de madera, muy vieja, con hoyos por todos lados, y con muebles tan mal hechos. Entonces la mujer aquella reclam�: "�Y por qu� me van a dar ese tipo de casa y no de las otras?" El �ngel responde: "Porque es todo lo que pudimos hacer con lo que mandaste desde la tierra". Pastor Bernab� S�nchez - Torre�n, Coahuila, M�xico
Un buque puede ser cargado de oro hasta que se hunda y sin embargo, haber dejado espacio para poner diez tantos de la carga. As� el hombre avaro, aunque tenga lo suficiente para hundirse, no tiene nunca lo suficiente para estar satisfecho. - Trapp.
"Un d�a, el rabino Egl�n recibi� la visita de un hombre muy religioso, muy rico y muy avaro. El rabino llev� a una ventana. �Qu� ves? Le pregunt�. Veo gente le respondi� el rico. Entonces el rabino lo llev� ante el espejo. �Y ahora qu� ves? Volvi� a preguntarle. Me veo a m� mismo le contest� el otro. El rabino entonces le dijo: Pues, en la ventana como en el espejo, hay un cristal; s�lo que el del espejo se halla recubierto por una capa de plata y, a causa de la plata, no se ve el pr�jimo, si no se ve uno a s� mismo." - Autor Desconocido
Cuando Mazarino, se�or de Francia un tiempo, se sinti� llegar a las puertas de la muerte, mand� le trajesen todos sus tesoros par verlos por �ltima vez. Su c�mara se convirti� en un joyelero de riquezas y en un museo de arte. Mir�ndolo todo con ojos desencajados, crispaba sus manos sobre la ropa de su cama, y gem�a: �Y pensar que lo pierdo todo! �Y pensar que lo he de dejar todo! Y as� muri� el avaro. |