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Cierta ni�ita fue a visitar a su t�a, que viv�a en otra provincia. Un d�a �sta la encontr� llorando. �Qu� te pasa, querida? Le pregunt�. Tengo hambre, nada m�s respondi� la ni�a. No necesitas pasar hambre en la casa de tu t�a contesto ella. A los pocos segundos volvi� con una taza de leche y pan. No tengo hambre de estas cosas dijo la ni�a, si no de o�r decir a mamita: "Ven preciosa, un beso para mamita." �Pobre peque�a nost�lgica! Sus o�dos estaban acostumbrados a los dulces tonos de la voz de la madre, y ninguna otra cosa la satisfac�a. Adiestremos nuestros o�dos hasta que respondan claramente a lo puro, a lo dulce, a lo hermoso y sean sordos a los sonidos duros, bajos y vulgares. Y Dios nos ayudar� a mantener nuestra vida a tono con la suya. |