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Una vez un artista estaba pintando la b�veda de un templo, y con frecuencia daba unos pasos hacia atr�s en el andamio, para contemplar su obra. Se encontraba tan absorto contemplando su trabajo, que no hab�a dado cuenta que iba a caer en el pavimento que estaba a gran distancia del andamio. Otro pintor, hermano de aquel, vi�ndolo, vi�ndolo en peligro y comprendiendo que una palabra podr�a apresurar su ca�da, arroj� una brocha sobre el cuadro que contemplaba el artista que estaba en peligro. Este pintor, sorprendido y enojado, violentamente se dirigi� hacia adelante: as� se salv� de una ca�da que hubiera sido mortal. As� tambi�n, Dios algunas veces destruye las halagadoras esperanzas de nuestro coraz�n, para advertirnos el grave peligro en que estamos por causa del pecado, y para salvar nuestras almas. Peloubet. |