Arrepentimiento


 

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Llamado al Arrepentimiento y al Cambio:

Erwin M. Soukup ha compilado lo que �l llama " Los siete pasos al estancamiento"

  1. Nunca antes lo hab�amos hecho de esa manera.
  2. No estamos listos para esto.
  3. Estamos bien sin intentar eso.
  4. Ya lo hemos intentado una vez.
  5. No tenemos dinero para eso.
  6. Ese no es nuestro trabajo.
  7. Algo como eso no puede funcionar.

Soukup admite que "probablemente hay un octavo paso, pero nunca antes lo hemos buscado."

Mart�n E. Marty, "Context," April 15, 1985, p. 5

 

LA TORRE DEL ARREPENTIMIENTO

En las cercan�as de Hoddam Castle, Dumfrieshire (Escocia), hab�a una torre llamada "La torre del arrepentimiento" se refiere que en cierta ocasi�n un bar�n ingles, al caminar cerca de este castillo, vio a un pastorcito que estaba tendido sobre el c�sped y leyendo atentamente la Biblia.

-�Que estas leyendo muchacho?- pregunto el transe�nte.

-La Biblia, se�or- respondi� el ni�o.

-�La Biblia! Tu debes ser m�s sabio que el cura p�rroco. �Puedes decirme cual es el camino para ir al cielo?

Enseguida el pastorcito, sin desconectarse por el tono burl�n de aquel hombre, repuso:

Si se�or, puedo: usted debe tomar el camino para aquella torre.

El bar�n se dio cuenta de que el ni�o hab�a aprendido muy bien la lecci�n de su Libro y despu�s de pronunciar una insolencia sigui� su camino en silencio.

Lector: �Ya has esta en "La torre del Arrepentimiento"? Si no… pues ya sabes: debes entrar en ella…N. T. Anecd.

 

SIN ARREPENTIMIENTO COMPLETO NO ENCONTRARIA PAZ

Guillermo Dawson refiri� una cierta ocasi�n esta historia para ilustrar cuan humilde debe de mostrarse el alma antes de que pueda hallar la paz. Dijo que en unos cultos de avivamiento, un jovencito que estaba acostumbrado a las peculiaridades de los metodistas, dijo a su madre al volver de uno de los cultos: -Madre, don Fulano de Tal, esta arrepentido y buscando la paz con Dios; pero no la encontrara esta noche. Y pregunto la madre:: -�Porque dices eso, hijo?

-Porque solo tenia doblada una rodilla, madre; y no hallara la paz mientras no doble las dos.

Y en verdad, mientras la convicci�n de pecado no nos humille por completo, y hasta que perdamos toda confianza en nosotros mismos no podremos hallar al Salvador.