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Carey
y sus acompa�antes, los primeros misioneros bautistas que fueron a trabajar
entre los indostanos, tuvieron que hacerlo con todo rigor por el t�rmino de
siete a�os antes de que el primer converso fuera bautizado.
Cuando las iglesias que sosten�an esos misioneros se dieron cuenta de
que despu�s de tantos a�os de trabajo no se ten�a el fruto que se deseaba, se
desanimaron e intentaron retirarles la ayuda pecuniaria.
Entonces Judson escribi� a esta mismas iglesias y les dijo lo siguiente:
�Suplico a las iglesias que me sostienen, que tengan un poco de paciencia�. Esta misi�n se principi� en el a�o de 1814; y en el a�o de 1870 hab�a m�s de cien mil convertidos.
Se dice que la primera persona que se ofreci� para la obra misionera en la Iglesia Metodista del Sur, fue una se�ora, maestra de escuela del Estado de Misisip�. Oy� un serm�n sobre las misiones y, sinti�ndose constre�ida, coloc� en la canastita de la colecta una tarjeta con las palabras escritas: �Yo misma me doy, y doy tambi�n cinco pesos, para la obra misionera�. M�s tarde se cas� con un misionero y lo acompa�� a China. Su hijo lleg� a ser el obispo Lambeth, uno de los m�s notables de los misioneros modernos.
Guillermo
Carey era un zapatero remend�n antes de ser misionero.
Era cristiano, conoc�a �La Gran Comisi�n� y la sent�a: por lo
mismo anhelaba vehementemente que alguien llevara el evangelio a los paganos que
viv�an en lejanas tierras donde no se hab�a predicado.
Tanto era su inter�s misionero a favor de esos pa�ses, que enfrente de
su banco de trabajo puso un mapa en el cual los ve�a con frecuencia, y con
tristeza pensaba que en ellos no se hab�an predicado �Las Buenas Nuevas de
Salvaci�n�.
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