Pot�n era un
anciano de una iglesia y hombre de edad muy avanzada.
Los enemigos se
apoderaron de �l cuando dirig�a la iglesia de Lij�n en calidad de obispo o
pastor. Ten�a m�s de ochenta a�os
y se encontraba enfermo; como apenas pod�a sostenerse y respirar a causa de sus
enfermedades, aunque la proximidad del martirio le daba nuevas fuerzas, se
vieron obligados a llevarlo al tribunal. La
enfermedad y la edad ya hab�an deshecho su cuerpo; pero su alma quedaba erguida
para servir al triunfo de Jesucristo. Mientras los soldados lo conduc�an, era seguido por otros
soldados de la ciudad y de todo el pueblo que daba voces contra �l, como si
hubiera sido el mismo Cristo.
Pero nada pudo
abatir al anciano, ni impedirle confesar lealmente su fe. Interrogado por el
gobernador acerca de qui�n era el Dios de los cristianos, le contest� que si
fuera digno, lo conocer�a.
En seguida fue b�rbaramente
golpeado sin que tuvieran ninguna consideraci�n a su avanzada edad.
Los que staban
cerca lo her�an a pu�etazos y a puntapi�s; los que estaban lejos le tiraban
la primera cosa que hallaban.
Todos se habr�an
cre�do culpables de un gran crimen, si aquella crueldad no hubiera tenido por
objeto vengar el honor de los dioses.
Apenas respiraba
cuando fue llevado a la prisi�n, donde entreg� su alma dos d�as despu�s.
La Marcha del
Cristianismo:
�No
te de temor sufrir por Cristo,
Los reproches o el dolor;
Sufre con amor tus pruebas todas
Cual sufri� tu Salvador.
No te d� temor morir por Cristo,
V�a, verdad y vida es �l;
�l te llevar� con su ternura,
A
su c�lico vergel.�