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EL DIOS DE TODAS LAS NACIONES |
Un solo Dios, una sola raza, una sola ley, un solo destino. Despu�s de la Segunda Guerra Mundial se celebraba una conferencia para afirmar un pacto de paz entre el Jap�n y los Estado Unidos del Norte. El Se�or Dean Atchison, quien presidi� la conferencia, la despidi� con las siguientes palabras: "Termin� esta conferencia con palabras que en muchos idiomas, en muchas formas, y en muchas religiones, han acarreado consuelo y fortaleza: �Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardar� vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jes�s�".
A DIOS |
No hay m�s que t�: la
tierra, el firmamento,
El sol que en anchos mares reverbera
Son, como el hombre y la creaci�n entera,
R�fagas fugitivas de tu aliento.
De la nada, se alzaron a
tu acento
Mil mundos, y publicando en su carrera
Que otros mil y otros mil formar pudiera
Una palabra tuya, un pensamiento.
Doquier contemplo tu
insondable ciencia,
Velada en majestad y en amor puro,
Dando esperanzas al mortal poscrito;
Y me pasma que abrace tu
existencia
Lo que fue, lo presente, lo futuro,
Y a�n m�s all�, lo eterno, lo infinito.
EL CUIDADO DE DIOS |
Se dice que una vez un anciano, fiel siervo del Se�or, hab�a llegado hasta el punto de no poder trabajar y ten�a que depender de la bondad de otros para vivir. Un d�a los muchachos pasaron por su casa y escucharon su oraci�n. El hombre estaba pidiendo a Dios que le mandara algo de pan. Los muchachos compraron un poco de pan y subieron al techo de la casa y lo arrojaron para abajo, por la chimenea. Un rato despu�s ellos fueron para burlarse del anciano, y cuando entraron en su cuarto despu�s de saludarlo le preguntaron si Dios le hab�a mandado algo de pan. Les contest�: "Si, Dios siempre me manda lo que necesito aunque tenga que mandarlo por conducto del diablo".
LA VENTANA DE DIOS |
En el sur de Irlanda hay una Iglesia cuyas ventanas todas tienen vidrieras pintadas, menos una. A trav�s de ella puede verse el m�s espl�ndido de los paisajes: un lago profundamente azul, salpicado de verdes islotes y en el fondo, como un tel�n maravilloso, hilera tras hilera de cerros que la luz ti�e de p�rpura. Debajo de la ventana hay esta inscripci�n: "Los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento muestra la obra de sus manos".
LUIS XIV TRATADO COMO HOMBRE |
El rey Luis XIV de Francia iba a ser sepultado en la Catedral de Nuestra Se�ora, en Par�s. El templo estaba profusamente decorado. La concurrencia all� reunida representaba a lo m�s grande de la nobleza que el mundo hab�a visto. El cuerpo del rey muerto estaba ataviado con elegantes, vistosos, finos y ricos vestidos. Los nobles que hab�an llegado procedentes de lejanos y de cercanos lugares esperaban un grandioso paneg�rico, como, seg�n ellos, lo merec�an la ocasi�n y el monarca muerto. Sin embargo, quedaron sorprendidos, at�nitos, alarmados y pasmados cuando escucharon al predicador decir: "�Solamente Dios es grande!".
Lo anterior nos hace recordar que Dios, por medio del profeta Oseas, hab�a dicho: "Dios soy, y no hombre; el Santo en medio de Ti�" (Os. 11:9), y el Se�or Jes�s dijo: "Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria" (Mateo 6: 13), y tambi�n dijo: "ninguno hay bueno, sino s�lo Dios" (Lucas 18:19) y Juan dijo: "Dios es amor" (1Jn.4:6).