Dar Deber Debilidad Decepci�n Decepcionado Decisi�n Dedicaci�n Defectuoso Defraudaci�n Deprimido Desaliento Desastre Descansar Descubrimientos Deseos Desgracia Designios Desmayar Desobediencia Determinaci�n Diezmos Dificultades Dinero Dios Direcci�n Discreci�n Discimulo Disputa Dolor Dominio Propio Dormir Dudas
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APELLIDO BIEN CONOCIDO
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Hace muchos a�os que un joven de 16
a�os fue forzado abandonar su casa porque su padre era tan pobre que no lo
pod�a mantener. As� que puso todo lo que le pertenec�a en una bolsa y empez�
su viaje hacia Nueva York con el sue�o de empezar alg�n d�a una empresa de
jab�n.
Cuando este joven del campo lleg� a la
gran ciudad, encontr� que era bien dif�cil encontrar trabajo. Recordando las
�ltimas palabras de su madre, igual como el buen consejo del capit�n del
barco, este joven dedic� su vida a Dios. Determin� entregar a su Creador un
diezmo de cada d�lar que ganara.
As� que, cuando entr� su primer d�lar,
el joven dedic� sus primeros diez centavos al Se�or. Esto continu� fielmente
haciendo. Y los d�lares empezaron a entrar. En poco tiempo, este productor de
jab�n se hizo socio con otro productor de jab�n. Cuando muri� este socio unos
pocos a�os despu�s, se encontr� como el due�o de la compa��a.
Fue cuando este pr�spero hombre de
negocios gir� unas instrucciones a su contador de abrir una cuenta a nombre
Jes�s y acreditarle una d�cima parte de todos sus ingresos. Y su negocio
empez� a crecer milagrosamente.
Entonces el hombre empez� a dedicar dos
d�cimas de sus ingresos. Luego tres d�cimas partes. Luego cuatro d�cimas,
cinco d�cimas. Parec�a que sus ventas incrementaban proporcionalmente
exactamente conforme al porcentaje de sus ingresos que estaba regresando al
Se�or. En poco tiempo, Dios hizo que su apellido fuera un nombre bien conocido
en cada casa de su pa�s.
�Su nombre? William Colgate.
Ashley G. Emmer, Signs of the Times,
August 2, 1938
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JUAN Y COMPA�IA
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"El que siembra
escasamente, tambi�n segar� escasamente; y el que siembra generosamente,
generosamente tambi�n segar�". � 2 Cor. 9:6.
--�Puedo depositar
dinero en este Banco?
Un joven de quince a�os,
pobremente vestido se par� frente a la ventanilla del cajero del banco en el
peque�o pueblo de Barwick, del estado de Georgia, EE. UU. De A. todo su aspecto
de miseria y pobreza indicaba que ser�a hijo de un mediero de alguna de las
peque�as granjas de la regi�n, gente que por diversas razones generalmente se
encuentra en mala situaci�n econ�mica. Tres hojas de cart�n, metidas dentro
de sus zapatos completamente gastados, reemplazaban la suela que ya casi hab�a
desaparecido.
--�Cu�nto quieres
depositar, Juan? �pregunt� el cajero
--Cuatro d�lares �contest�
el muchacho.
--�A qu� nombre quieres
que se abra la cuenta? �La voz del hombre fue bondadosa, pues conoc�a al
joven como un fiel alumno de la escuela dominical de la Iglesia metodista.
--Juan W. Yates y
Compa��a �respondi� el muchacho con la mayor seriedad.
El cajero mir� a trav�s
de la rejilla con cierto aire de perplejidad. --�Qui�n es la Compa��a? �pregunt�.
--Dios �contest� el
joven solemnemente--. Hoy he recibido el sueldo del primer mes de trabajo, y
estoy empezando una cuenta del diezmo. Este es dinero de Dios.
La historia de la vida de
Juan W. Yates suena algo como novela. Fue contador, cajero, gerente, y despu�s
jefe de la secci�n de abastecimiento del ej�rcito, donde se pagaban cheques
que llevaban su firma hasta por la suma de diez millones de d�lares. Dos
destacados pastores han descrito a este hombre como "Uno de los laicos m�s
valiosos en toda la Iglesia Metodista".
Su madre, Eliana de
Yates, hab�a entrado a una nueva etapa en su vida espiritual en una serie de
reuniones de avivamiento, y en medio de su profunda pobreza y de lucha por
vivir, hab�a empezado a dedicar la d�cima parte de todos los ingresos al
Se�or. Juan W. Yates guard� siempre el libro de contabilidad del diezmo de su
madre, en un caj�n de su lujoso escritorio, al lado de su Nuevo Testamento, y
lo mostraba a decenas de miles de personas en las concurridas reuniones donde
�l predic� la doctrina de la mayordom�a. Dice al respecto: "Puede ser
que este libro no merezca la aprobaci�n de un contador profesional; pero estoy
seguro de que nuestro Padre celestial considera esta contabilidad como muy
buena".
Este activo obrero en la
Iglesia y en la escuela dominical dice que se lo debe todo al hecho de que su
madre practicaba el diezmo; su devoci�n a esa norma marc� el rumbo para su
propia vida.
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�QU� ES MI DIEZMO?
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Es m�s que una cantidad,
o que dinero en efectivo, o que un billete o un cheque�
Es Mi inversi�n a favor de una sociedad mejor.
Es Mi ayuda a la juventud cristiana.
Es Mi expresi�n de fe en el futuro.
Es Mi demostraci�n de buena voluntad.
Es Mi contribuci�n para la educaci�n cristiana.
Es Mi cooperaci�n para sanar y educar a otros por medio de la obra misionera.
Es Mi voto para que tengamos un mundo cristiano.
Es MI DIEZMO una cosa santa, dedicada a Dios para servir a las personas. Por lo
tanto
procurar� siempre el privilegio y la oportunidad de
dar mi diezmo.
Es Mi colaboraci�n para rescatar almas perdidas y traerlas a Cristo Jes�s
nuestro Salvador.
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