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LA
VEJEZ
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Cuando
la vejez ingrata
Arranca nuestros cabellos
O va colocando en ellos
D�biles hilos de plata;
Cuando
la vista perdida
Vaga en vano por doquiera
Buscando la primavera
Venturosa de la vida;
Cuando
el hombre, en fin, su incierto
Rumbo sigue, y triste ve
Que tiene bajo su pie
Un hondo sepulcro abierto
Hay
un instante, hija m�a,
En que se pierde la calma,
Y brota dentro del alma
La negra melancol�a.
�Has
visto en la tarde hermosa,
cuando el sol se va ocultando,
c�mo la sombra luchando
est� con la luz dudosa,
y
al moribundo destello
del astro que desaparece,
el mundo entero parece
m�s bello, mucho m�s bello?
Pues
as� el hombre distingue
Su sol, la luz, su esperanza,
Entre una muerte que avanza
Y una vida que se extingue.
Si
alg�n anciano doliente
Cruza por tu lado un d�a,
Y descubres, hija m�a,
Las arrugas de su frente,
Nunca
con frases livianas
Muevas el labio indiscreto,
Nunca faltes al respeto
Que se merecen sus canas
Crep�sculo
de la vida en la c�ndida ni�ez
Es la c�ndida ni�ez;
Y puesta de sol, la vejez
Que va a la existencia unida.
Obediencia
al destino
Que en empujarle se empe�a,
Cada anciano nos ense�a
Nuestro inseguro camino.
Camino
que s�lo Dios
Nos traza, pues ignoramos
Si de esos viejos marchamos
Al par, delante o en pos.
La
mundanal arrogancia
F�cilmente se derrumba,
Y de la cuna a la tumba
Es muy breve la distancia.
El
viejo tiene su pie
Junto a esta tumba sombr�a:
Pr�stale amparo, hija m�a,
Mira cu�n d�bil se ve.
Si
hoy con intento siniestro
Apoyo al viejo negamos,
Cuando en su edad nos veamos,
�Qui�n
ser� b�culo nuestro?