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Lista de Ilustraciones sobre la Oraci�n:
Al
final de una reuni�n, hace algunas semanas, una ni�ita me entreg� un papel.
Lo le�. Dec�a: �Ore a Dios, pidi�ndole que mi madre vuelva a
casa�. La chiquita estaba sola,
el padre hab�a muerto y la madre la hab�a abandonado.
Hac�a m�s de un a�o que hab�a desaparecido.
Orar para que la mujer volviera, me era cosa bastante dif�cil. Algunos
d�as m�s tarde, recib� otro papelito que dec�a: ��Recuerda la ni�ita que
hace poco le pidi� que orase por el regreso de su madre? La madre ha vuelto y
el viernes estuvo en la reuni�n con la hija�. Ahora
la chica pide que oremos por la conversi�n de su mam�. Por D.L. Moody
La Sra. Reuni�n de Oraci�n falleci�
recientemente en la Primera Iglesia Negligente, Algunos a�os antes la hermana Reuni�n de Oraci�n
fue menguando su salud Algunos expertos, incluyendo al Dr. Trabajo, el
Dr. Reforma y Dra. Uni�n discrepaban S�lo unos pocos estuvieron en su funeral,
sollozando en los recuerdos de su bello Su cuerpo descansa ahora en el cementerio de
"Glorias Pasadas"
"Si Satan�s ha cegado y atado a hombres y mujeres �c�mo podemos alguna vez ver las almas redimidas? Es all� donde nos toca nuestra obra. Saquear los bienes del fuerte tiene que ver con liberar a los que Satan�s ha cegado y tiene atados�. Es all� donde se requiere la oraci�n".
La heredad de un hombre rico hab�a producido mucho. Y derrib� sus alfol�es y los edific� mejores, y all� junt� todos sus frutos. Y hab�a mendigos a la puerta de �l deseando hartarse de las migajas que ca�an de su mesa, mas nadie se las daba. Y el rico sub�a todos los d�as al templo a orar. Y junto a �l iba siempre su hijito Samuel. Y de pie oraba el rico. De esta manera: Se�or, te doy gracias que no soy como los otros hombres. Se�or, te doy gracias por mi trigo, y por mi ma�z y por mis alfol�es. Se�or, �ayuda a los mendigos, a los hambrientos, a los pobres que no tienen las bendiciones materiales que tengo yo! Y mientras oraba, lloraba. Y aconteci� un d�a, que el peque�o Samuel, despu�s de la visita al templo lleg� hasta su padre y le dijo: Padre, hoy como ayer, he escuchado tu oraci�n. �C�mo quisiera tener alguno de tus dep�sitos de trigo! Y el padre le dijo: Todas mis cosas son tuyas. �Qu� har�as con el trigo si lo tuvieras? Y respondi� el hijo: �Yo contestar�a tus oraciones! Alejandro Clifford
"Por supuesto, todo depende de lo que estamos pidiendo en oraci�n. Si estamos lloriqueando, haciendo berrinche, y rogando que no se nos d� la disciplina de la vida que es enviada a nosotros para tumbar algunos conocimientos superficiales de la humanidad en nosotros, la respuesta a esa oraci�n puede nunca llegar. �Gracias a Dios! Aunque, en verdad, no es f�cil decir eso, con honestidad. Aun, puede nunca llegar, gracias a Dios. Pero si has obtenido tanto como Epicteto�aunque pagano como lo llamar�amos nosotros�su oraci�n diaria era esta: "Oh, Dios, dame lo que tu deseas para m�, porque yo s� que tu escoges para m� es mucho mejor de lo que yo pudiera escoger."; si tu no est�s rogando que se te quite o para zafarte, pero pidiendo gracia y fortaleza para pasar la prueba con honor, "ese mismo d�a" que oras esa oraci�n, la respuesta siempre llega." A. J. Gossip, "Experience Worketh Hope" (La Experiencia Produce Esperanza)
"Nunca pidas que Dios te d� las cosas; mejor p�dele que te ponga donde est�n las cosas."
Una mujer habl� por Tel�fono al gerente de un teatro y le dijo que hab�a perdido su prendedor de diamantes m�s valioso la noche anterior. El hombre le pidi� esperar en la l�nea. Se hizo una b�squeda y el prendedor fue encontrado; pero cuando regres� al Tel�fono, la mujer hab�a colgado. Esper� a que volviera a hablar, y a�n puso un anuncio en el peri�dico, pero nunca volvi� a escuchar de ella. Aplicaci�n Qu� mujer tan tonta, dir�amos, pero muchos cristianos son iguales. Oramos a Dios, cont�ndole nuestro problema y necesidad, pero fallamos en esperar la respuesta. Como resultado, perdemos el gozo de una oraci�n contestada, no hallamos la respuesta necesitada y perdemos el deleite y la recompensa de una fe persistente. Pastor Scott P. Brown Elbe Acapulco, GRO, M�xico
Cuando su esposo, Edmund Gravely, muri� al volante de su peque�o avi�n, su esposa Janice mantuvo el avi�n en el aire por dos horas hasta que se acab� la gasolina. Durante este tiempo cant� himnos y or� a Dios por ayuda. Cuando su avi�n iba cruzando la frontera entre Carolina del Sur y Carolina del Norte, pidi� ayuda en el radio: "�Socorro, socorro! �No me podr�an ayudar? Mi piloto est� inconsciente. �Podr�a alguien ayudarme?" Las autoridades que escucharon su llamada de emergencia no pudieron hacer contacto con ella por radio durante el vuelo, porque cambiaba de canales todo el tiempo. La Sra. Gravely finalmente hizo un aterrizaje dif�cil y gate� 45 minutos a una granja para ayuda. Aplicaci�n Cu�ntas veces piden los cristianos ayuda de Dios, pero antes de que su mensaje les llegue, cambian de canales. Van a los recursos humanos para ayuda. Cuando clamas a Dios por su intervenci�n, no le cambies los canales. Escudri�a su palabra y deja que te hable. Pastor Scott P. Brown Elbe Acapulco, GRO, M�xico
En los comienzos de la obra en Chicago, grupos de chicos cat�licos molestaban en las reuniones, arrojando piedras y rompiendo ventanas. Moody fue a ver al Obispo Duggan, y le present� su queja. El obispo lo recibi� con gran cortes�a y le dijo que era una l�stima que un hombre tan bueno como Moody no perteneciera a la verdadera Iglesia. Al final de la entrevista Moody le pidi� que se arrodillara con �l, para que ambos pidieran que Dios les indicase la verdad. El obispo se arrodill�, ambos oraron, y despu�s de esa entrevista, no hubo m�s persecuci�n organizada de parte de los cat�licos.
Alguna vez has sentido la imperiosa
necesidad de orar por alguien pero has decidido ponerlo en tu lista de
"cosas por hacer" y te has dicho: "Orar� mas tarde". O te
ha llamado alguien alguna vez y te ha dicho "Necesito que ores por m�,
tengo esta necesidad ". Lee la siguiente historia que me fue enviada hace
poco, la cual podr�a cambiar tu forma de pensar con respecto a las oraciones y
la forma de orar. Cuando llegu� a la ciudad, observ� a
dos hombres peleando, uno de los cuales estaba bastante herido. Le cur� sus
heridas y al mismo tiempo le habl� de Nuestro Se�or Jesucristo. Despu�s de
esto, reanude mi viaje de regreso al hospital. Esa noche acamp� en el punto
medio y a la ma�ana siguiente reanude mi viaje y llegu� al hospital sin
ning�n incidente. Ante esto no pude mas que re�r a carcajadas, y le asegur� que yo siempre viajaba solo. El hombre insisti� y
agrego: "No se�or, yo no fui la �nica persona que vio a los guardias
armados, todos mis amigos tambi�n los vieron, y no solo eso sino que entre
todos los contamos". Entonces, dirigi�ndose a la congregaci�n le dijo: "todos los hombres que vinieron en esa ocasi�n a orar, �podr�an por favor ponerse de pie?" Todos los hombres que hab�an acudido a orar por �l se pusieron de pie, el misionero no estaba tan preocupado por saber quienes eran ellos, mas bien se dedico a contarlos a todos. . . . . .en total 26 hombres.
Durante
diez d�as antes del d�a de Pentecost�s los ap�stoles permanecieron en oraci�n. Cuando
Jonat�n Edwards predic� su famoso serm�n sobre el tema: �Los pecadores en
manos de un Dios airado�, hab�a pasado toda la noche anterior en oraci�n. Los
avivamientos m�s notables de Carlos G. Finney eran aquellos en que Am�s Clary
y otros hombres humildes lucharon en oraci�n con Dios por el �xito de las
reuniones. Es
un hecho hist�rico que antes de algunas batallas de la guerra civil de los
Estados Unidos de la Am�rica del Norte, que el Presidente Abraham Lincoln pas�
horas enteras en angustiosa oraci�n. Dios vive y todav�a puede o�r y contestar la oraci�n del creyente fiel.
Un
pastor visitaba a una anciana que era miembro de su congregaci�n.
Dicha anciana hab�a estado inv�lida durante mucho tiempo. --Lamento
mucho haber llegado a esta hora �le dijo--; pero he tenido que recorrer todo
el pueblo antes de venir. --Yo
tambi�n, se�or pastor, acabo de recorrer todo el pueblo. --�C�mo
es posible? Usted no puede moverse de la cama. �Ah! �contest� la viejecita--; mi alma no est� atada a la cama, y as� todos los d�as recorro el pueblo con mis oraciones, sin moverme de aqu�.
Jorge Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, envi� una circular a los gobernadores de todos los estados, en junio de 1873. En el final de su carta dec�a: �Mi oraci�n m�s sincera a Dios es que os bendiga y que tenga vuestro estado bajo su protecci�n. Que �l se digne inclinar el esp�ritu de los ciudadanos a la subordinaci�n y obediencia al gobierno, y despertar un sentimiento de amor fraternal de los unos hacia los otros y, en particular para sus hermanos que han peleado en los campos de batalla; y finalmente, que su gracia nos mueva a todos a hacer justicia, a amar la misericordia y a conducirnos con esa claridad, mansedumbre y templanza que caracterizan al Divino Autor de nuestra bendita religi�n, pues sin imitarlo con humildad nunca podremos esperar que la naci�n sea feliz�.
La
ma�ana del viernes 30 de noviembre de 1956 los peri�dicos de Hsinchu, Formosa,
ten�an un titular con grandes letras negras, el cual dec�a: �EL INCENDIO MAS
GRANDE EN LOS ULTIMOS SESENTA A�OS�. Lo
que m�s nos interesa de esta noticia es que por donde ten�a que propagarse el
incendio hab�a cinco hogares cristianos. Cuando
la alarma son�, el cielo estaba enrojecido por el reflejo de las llamaradas y
las calles estaban llenas de negro humo. Mientras los bomberos combat�an el fuego, uno de los
cristianos estaba telefoneando a los otros miembros de la iglesia, y pronto un
grupo de �stos se reuni� en el lugar del incendio.
La situaci�n parec�a desesperada.
Entonces de todo coraz�n y a una voz todos ellos clamaron: �Se�or,
haz que tu santo nombre no sea deshonrado�. Repentinamente,
ante los asombrados ojos de miles de espectadores, el fuerte viento que hab�a
estado soplando cambi� de direcci�n. Las
llamas, que ya hab�an alcanzado una de las cinco casas de esos cristianos, s�bitamente
se alejaron de ella y comenzaron a devorar, una por una, ocho de las otras casas
que se cre�a que estaban a salvo. Los cristianos vieron, precisamente delante
de ellos, contestadas sus oraciones, y en coro gritaron: ��Aleluya!�. Cuando
se acab� el incendio en esa calle que antes hab�a sido muy transitada,
solamente quedaban montones de escombros y de cenizas. Solamente las casas y los
talleres de trabajo de cinco familias cristianas permanec�an intactos.
Muchas de las personas que no eran cristianas �nicamente dijeron: �Su
Padre celestial los protegi� Pero otras personas criticaron y dijeron:
�Los cristianos gritaron �Aleluya! Cuando se estaban quemando las casas de
las gentes que no son cristianos. Pero el Magistrado de Distrito se encarg� de callar a los que murmuraban, con estas palabras: �Yo os dir� una cosa. Cuando los cristianos estaban orando a su Dios, vosotros los budistas estabais orando a vuestros �dolos. Pero el Dios de los cristianos contest�, y vuestros dioses no contestaron. �Qu� ten�is que decir por esto?. No puedo creer que ellos hayan orado pidiendo que sus casas quedaran a salvo y las vuestras fueron destruidas. Estas cosas sucedieron como ten�an que suceder; y, �Qui�n es capaz de predecirlas?� El pueblo acept� la explicaci�n del magistrado y se fue conforme.
�El
Marqu�s de Renty, para quien Cristo era lo m�s precioso, en una ocasi�n en
que se entregaba a sus devociones, indic� a su criado que lo llamara despu�s
de media hora. Este, al ir a
cumplir con la orden que hab�a recibido, vio tal expresi�n de santidad en el
semblante del Marqu�s que no se atrevi� a hablarle.
Sus labios se mov�an pero no se o�a ning�n ruido.
Esper� hora y media, y cuando lo llam�, el Marqu�s dijo que el tiempo
que hab�a pasado en comuni�n con Cristo, le hab�a parecido muy corto. El
notable misionero Adoniram Judson dijo, refiri�ndose a la oraci�n: Arregla tus
negocios, si es posible, de manera que puedas dedicar tranquilamente dos o tres
horas del d�a no simplemente a ejercicios devocionales, sino a la oraci�n
secreta y a la comunicaci�n con Dios. Esfu�rzate siete veces al d�a por
alejarte de las preocupaciones mundanas y de los que te rodean, para elevar tu
alma a Dios en tu retiro privado. Empieza
el d�a levant�ndote a media noche y dedicando alg�n tiempo en silencio y la
obscuridad a esta obra sagrada. Que
el alba te encuentre en esta misma ocupaci�n, y haz otro tanto a las nueve, a
las doce, a las tres, a las seis y a las nueve de la noche.� �Ten
resoluci�n en su causa. Has todos
los esfuerzos posibles para sostenerla. Considera
que tu tiempo es corto y que no debes permitir que otros asuntos y compa��as
te separen de tu Dios�. Un predicador escoc�s dec�a: �Mi deber es pasar las mejores horas en comuni�n con Dios. No puedo abandonar en un rinc�n el asunto m�s noble y provechoso. Empleo en orar las primeras horas de la ma�ana porque durante ellas no hay ninguna interrupci�n. No descuido el buen h�bito de orar antes de acostarme; pero tengo cuidado de que el sue�o no me venza, y cuando despierto en la noche debo levantarme a orar�.
Una antigua maestra de escuela lleg� a estar paral�tica, y dijo a Dios: ��C�mo puedo servirte, Se�or, en esta condici�n en que estoy imposibilitada?� Y le pareci� que Dios le dec�a: �Todav�a puedes orar�. Entonces ella pens� que esto era su gran comisi�n. Desde entonces la antigua maestra de escuela se puso a orar de una manera especial: ocupaba las ma�anas orando por la obra misionera que se hace en un lado del globo terr�queo; y las tardes, orando por la obra misionera que se hace en el otro lado.
La
historia quiz� no sea cierta; pero se cuenta que en cierto lugar un boxeador se
convirti� al evangelio, y dejando las cuerdas del ring, se hizo predicador.
En cierta ocasi�n en que se le hizo tarde para acudir a una cita cruzaba
por un atajo para acortar el camino, de pronto le sali� el due�o y con
palabras duras le insult� y lo ret� a pleito, no conociendo quien era.
�Bien�, dijo el predicador, �vamos a pelar si usted gusta; pero perm�tame
un momento, pues ha de saber que yo jam�s hago algo sin antes orar�.
Y diciendo y haciendo, ante la estupefacci�n del retador, se quit� el
sombrero y comenz� a orar diciendo: �Se�or,
tu sabes que fui boxeador, y sabes a cu�ntos les deshice los ojos y las narices
a bofetones; t� sabes cu�ntas costillas quebr� a golpes a mis contrincantes,
y a cu�ntos mand� a la otra vida con s�lo la fuerza de mis pu�os.
No permitas que mate a este hombre, no dejes que se me vaya la mano
y�� �Basta ya�, le interrumpi� el otro. �No es necesario que luchemos, pase usted por mi terreno las veces que quiera�, y sin m�s decir, se retir� presuroso. Por dem�s est� decir que nuestro predicador sigui� su camino tranquilamente y lleg� a tiempo para predicar su serm�n.
Ciertos
turistas ingleses, deseando poseer unos ejemplares de ciertas flores que
solamente deb�an encontrarse en lo m�s alto de un peligroso paraje alpino,
prometieron una gran cantidad de dinero para quien fuese capaz de alcanzarlas. Al
d�a siguiente lleg� ante ellos un joven muchacho con un ramillete de las
flores deseadas: Maravillados por la valent�a y decisi�n del joven, le
preguntaron: ��Y no tuviste miedo de despe�arte al fondo del espantoso
precipicio?�. --No,
se�ores, no tuve miedo. Mi madre
es una pobre viuda y tengo dos hermanitos m�s peque�os. En mi casa pasamos mucha necesidad. Por eso, para ganar este
dinero, me expuse tanto. --Pero�
�No tuviste miedo? �C�mo puede ser? --siguieron
pregunt�ndole. --Pues� porque mi madre es cristiana, y yo sab�a que ella me ayudaba� estaba orando por m�.
Conozco
a un joven �escribe un pensador americano�cuyo padre muri� cuando el
muchacho era solamente un ni�o, y quien, por esto, fue educado por su madre.
Hablando un d�a conmigo, me dec�a: �Una vez fui muy malo.
Cuando me llam� para castigarme y yo tem�a que me iba a pegar, cayendo
a mi lado sobre sus rodillas empez�
a orar por m� entre amargos sollozos, suplicando a Dios por su querido hijo.
Yo no pude soportar eso y empec� a gritar: ��Madre, madre� p�game,
p�game mucho, pero no ores as� por m�, no puedo sufrir tanto!�. Y al fin, el joven me dijo: �Sus palabras llenas de amor y sus oraciones me hac�an sufrir m�s que todos sus castigos corporales. As� me obligaba mi buena madre a seguir por el camino recto�.
Un
hombre que era cristiano sincero se interes� en evangelizar a la gente de los
pa�ses lejanos. Al
principio oraba de esta manera: �Se�or: salva a los paganos�.
Y oraba con toda sinceridad. Despu�s
cambio la forma de su plegaria, y la pronunciaba as�: �Se�or: manda
misioneros a fin de salvar a los paganos�. Y oraba m�s fervorosamente. M�s
tarde oraba con estas palabras: �Se�or: si t� no tienes otro a quien enviar,
env�ame a m�. Y oraba con todo el fervor de su alma. En
seguida comenz� a orar con toda humildad de la siguiente manera: �Se�or, t�
sabes que soy sincero: env�ame a m�; pero si no quieres enviarme a m�, env�a
a otro�. No estaba contento con esa manera de orar, y entonces or� as�: �Env�a a quien tu quieras; pero ay�dame a pagar parte de los gastos.� Al orar as� se dio cuenta de que hab�a encontrado la manera de orar correctamente.
Cuando el doctor Parker era joven, un infiel le pregunt�: ��Qu� hizo Dios por Esteban?� queriendo decir Dios deb�a haberlo salvado de la muerte cruel. Parker contest� noblemente. ��Qu� hizo Dios por �l?� Le dio el poder de orar pidiendo el perd�n de aquellos que lo apedreaban.�
He
o�do hablar de un c�lebre rey de Polonia, que consum� grandes haza�as.
Cuando le preguntaron cu�l era el secreto de su �xito, les dijo: �Soy
hijo de un gran padre, y llevo siempre conmigo, en un medall�n, su retrato. Muy
a menudo lo miro�. Cada
vez que se dispon�a a entrar en combate miraba el retrato de su padre y extra�a
de �l el valor necesario. Cuando
ten�a que reunirse con sus consejeros hac�a lo mismo y luego actuaba con
limpieza. Es una gran cosa que debe hacer el creyente: llevar consigo la voluntad de Dios en el coraz�n y luego, antes de hacer cualquier cosa, consultarla siempre.
Una
mujer llamada Ana Smith lleg� al hogar de una familia muy pobre en donde el
jefe de la familia estaba enfermo sufriendo agudos dolores.
La mujer entr� a visitar este hogar con el prop�sito de hablarles algo
acerca de Cristo. Pero el hombre de
muy mal talante dijo a la mujer: �No quiero que nadie ore aqu� ni lea la
Biblia, pues no creo en ninguna de estas cosas�. Inmediatamente Ana Smith asegur� al hombre y a la esposa afligida que har�a algo para ayudarlos, y se fue para conseguir provisiones y ropa para la familia. Cuando la se�ora Smith regres�, el hombre que bruscamente le hab�a prohibido que orara o leyera la Biblia le dijo: �L�ame por favor la historia del Buen Samaritano�. La se�ora Smith lo hizo con gusto, y cuando termin� de leer dijo el enfermo: �He visto muchos sacerdotes y levitas, pero nunca antes hab�a visto un buen samaritano�. La amargura del hombre y sus prejuicios desaparecieron por causa de una buena acci�n de una cristiana.
Mathra
Das era un hombre de Pakist�n, de manera que �l hab�a adorado �dolos de
barro. Su nombre significaba
�esclavo de un dios�. Un d�a
de Navidad otros de sus compatriotas que hab�an o�do hablar de Cristo y hab�an
comenzado a recibir las ense�anzas de �l tuvieron
una cena de Navidad. Mathra
Das ayud� a pagar la comida de la misma manera que lo hicieron los dem�s; pero
cuando comenz� el culto de adoraci�n �l se sent� a un lado sin tomar parte
en nada. Despu�s pidi� a uno de
los cristianos que le hablara m�s de aquella religi�n.
Este hombre le dijo que �l mismo no sab�a mucho.
Pero le obsequi� un Evangelio de Marcos en Gurmukhi. Das lo ley�. Despu�s compr� un Nuevo Testamento en Gurmukhi y lo ley� todo muy pronto. Con frecuencia iba para que un evangelista le explicara aquellas ense�anzas. Al poco tiempo dej� de emborracharse y despu�s fue bautizado con toda su familia. En seguida tom� el nombre de Das Masih, que significa �esclavo de Cristo�.
�Omnipotente y eterno Dios, �qu� terrible es este mundo! �C�mo quiere abrir su quijadas para devorarme! �Y qu� d�bil es la confianza que pongo en ti! Dios m�o, prot�geme en contra de la sabidur�a mundanal. Lleva a cabo la obra, puesto que no es m�a; sino tuya. No tengo nada que me traiga aqu�, ni tengo controversia alguna con estos grandes de la tierra. Desear�a pasar los d�as que me quedan de vida, tranquilo, feliz y lleno de calma. Empero, la causa es tuya; es justa, es eterna. �Dios m�o, amp�rame, t� eres fiel y no cambias nunca! No pongo mi confiaza en ning�n hombre. �DIOS MIO, DIOS MIO, �NO ME OYES? �ESTAS MUERTO? NO; NO ESTAS MUERTO; mas te escondes. Dios m�o �d�nde est�s? Ven, ven. Yo s� que me has escogido para esta obra. �Lev�ntate, pues y ay�dame! Por amor de tu amado Hijo Jesucristo, que es mi defensor, mi escudo y mi fortaleza, ponte de mi lado. Estoy listo, dispuesto a ofrecer mi vida, tan obediente como un cordero, en testimonio de la verdad. Aun cuando el mundo estuviera lleno de diablos; aunque mi cuerpo fuera desconyuntado en el �potro�, despedazado y reducido a cenizas, mi alma es tuya: tu Sagrada Escritura me lo dice. Am�n. �Dios m�o, amp�rame! Am�n�.
Una misionera estaba sola en un lugar de China, muy enferma, entre gente pagana, y lejos de las personas que podr�an ayudarla. La misionera, en medio de su aflicci�n clam� a Dios en oraci�n pidi�ndole que la ayudara en situaci�n tan dif�cil. Desde otro lugar en China un comerciante le envi� varias cajas grandes de avena escocesa, sin que la misionera se las hubiera pedido. Ella ten�a unos botes de leche condensada. Con estas dos cosas tuvo que alimentarse y conservar la vida durante cuatro semanas. Despu�s de este tiempo la misionera se sent�a perfectamente bien de salud. Pasado alg�n tiempo estaba ella en un grupo de varias personas cristianas entre las cuales hab�a un m�dico, y todos le pidieron que relatara con pormenores su enfermedad. Terminando esto, el m�dico dijo: �Dios oy� las oraciones de usted y le dio m�s de lo que usted puede imaginar, pues para la enfermedad que usted padeci�, nosotros los m�dicos recomendamos como �nico alimento y medicina la avena mondada, cocida en agua y leche hasta formar un l�quido espeso. As� pues, Dios providencialmente le recet� y le envi� el remedio m�s apropiado.
Mois�s
clama a Dios, y el mar es dividido; Josu� ora, y Ach�n es descubierto, Ana
ora, y nace Samuel; Asa ora y gana una victoria; Daniel ora, y le son reveladas
las setenta semanas; Mardoqueo le ordena a Ester que ayune y ore, y Am�n muere
en la horca que �l mismo hab�a mandado levantar para Mardoqueo; Nehem�as ora,
y el coraz�n del rey se ablanda en un minuto; El�as ora, y la lluvia desciende
a la tierra; Eliseo ora, y el Jord�n es dividido; Eliseo ora, y un ni�o
resucita; la iglesia ora ardientemente, y Pedro es libertado por un �ngel;
Pablo y Silas oran y cantan, y las puertas de la prisi�n les son abiertas y
caen las cadenas de todos los presos.
Traigo,
Se�or, ante tus pies mi hijo Su
porvenir observo con zozobra: Tu
bendici�n me alcance para hacerlo
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