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OBEDIENCIA,
MEJOR QUE SACRIFICIO CONTRIBUYENTE; PERO INSATISFECHA
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El escritor de esta ilustraci�n, cuando era joven, conoci� a una mujer que hab�a estado ocupando una posici�n importante durante mucho tiempo y manejando mucho dinero en una empresa que administraba grandes negocios. Esa dama simpatizaba con la verdadera religi�n, ella se sacrificaba financieramente para ayudar en la obra del Se�or, y con frecuencia promet�a que dar�a a alg�n predicador necesitado, al cual ella indicar�a, una cantidad de dinero a la que recibiera en la primera carta de negocios en ese d�a. Esa dama siempre cumpl�a sus promesas, aunque el hacerlo le costara mucho. Sin embargo, todo eso no le dio la salvaci�n ni le proporcion� gozo en su coraz�n. Finalmente, cuando ya estaba avanzada en edad, se rindi� al Se�or. No podemos ser redimidos cuando desobedecemos a Dios y hacemos otra cosa para encubrir tal desobediencia. �El obedecer es mejor que los sacrificios�. (1 Samuel 15:22).
COMUNICACI�N
INCOMPRENSIBLE
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En un culto de oraci�n el predicador W. K. Gilliam dio el siguiente testimonio: Vol�bamos en un aeroplano de la ciudad de Denver, Estado de colorado, a la de Chicago, estado de Illinois. por radio se le dijo al piloto que al llegar a esta ciudad no podr�a aterrizar porque hab�a muchas nubes y las condiciones atmosf�ricas en general no eran favorables. Cuando llegamos sobre Chicago no ve�amos nada, sino �nicamente nubes blancas, y permanecimos media hora volando en c�rculos sobre la ciudad. Repentinamente el aeroplano descendi� en l�nea recta y aterrizamos con precisi�n en la pista que nos correspond�a. La constante comunicaci�n entre el operador de radio del aeropuerto y el piloto, por ese medio que no ve�amos ni entend�amos, hizo que pudi�ramos descender en el momento y en el lugar m�s conveniente. Esto puede ilustrar c�mo Dios se comunica con el hombre por medio del Esp�ritu Santo, y tambi�n puede ilustrar que podemos tener �xito en nuestra vida espiritual si obedecemos a Dios y al Esp�ritu Santo, como Sime�n obedeci�.
UN
HIJO EN CIRCUNSTANCIAS MOLESTAS, GOZOSAMENTE OBEDECIO Y ESPERO A SU PADRE.
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Sir
Henry Havelock estudi� leyes; pero abandon� el ejercicio de ellas para
entregarse al de las armas poco despu�s de la batalla de Waterloo, y lleg� a
ser un prominente militar al servicio de su patria, Inglaterra, para la cual gan�
muchas victorias b�licas en Persia y en la India.
Durante
una de sus estancias en Londres, por invitaci�n de �l, que entonces era un
coronel, lo visit� un caballero. En
el curso de la conversaci�n la se�ora de Havelock repentinamente se volvi�
hacia �ste mismo y le pregunt�: ��D�nde est� Enrique?� �refiri�ndose
al hijo de ambos, a quien ella no hab�a visto en toda la tarde. El coronel se puso en pie, y repuso: ��Ah, pobre muchacho!
Est� en el puente de Londres� y con este fr�o que est� haciendo.
Le dije que me esperara hoy a las doce en ese lugar, y con tantos asuntos
que he tenido que atender, olvid� la cita.� El momento en que dec�a esto el
coronel Havelock eran las siete de la noche; se levant� inmediatamente, orden�
que llamaran un carruaje, y al salir para libertar a su hijo de esa molesta
espera en el puente de Londres, para excusarse ante el caballero visitante se
volvi� hacia �l y le dijo: �Como usted ve, se�or, esta es la disciplina de
la familia de un soldado�.
Despu�s de una hora el coronel regres� con el pobre Enrique, quien parec�a haber pasado por la experiencia de esa tarde con muy buen humor.