|
|
|
COMO
SERPIENTE MORDER�
|
El
perforador de pozos Andre Poultier, de Rouen, Francia, apost� ante un grupo de
amigos en un restaurante, que se beber�a treinta y nueve vasos de vermut en
diez minutos.
Gan� la apuesta: y cay� muerto.
ORACI�N
IMPROPIA DE UN PADRE.
|
Cierto ni�o, muy peque�o, estaba agonizando y su padre, que lo amaba mucho, se aflig�a en gran manera y no quer�a conformarse con que su hijo muriera, aunque con palabras de consuelo se lo aconsejaban sus amigos. El pastor de la iglesia a la cual pertenec�a ese padre atribulado le daba iguales consejos y le dec�a que aceptara la voluntad divina y entregara la vida de su hijo a Dios, principalmente porque no hab�a probabilidades de que el ni�o sanara. El padre contestaba: �No puedo conformarme. Estoy orando para que Dios me conceda la vida de mi hijo, cualesquiera que sean las consecuencias.� Se realiz� el anhelo del padre: el ni�o san�, se desarroll�, y su padre lo mimaba con exceso. El hijo lleg� a ser un perverso: una espina que siempre estaba hiriendo el coraz�n del padre. Cuando el hijo fue grande se hizo ladr�n, rob� cosas de valor a uno de sus maestros, y cometi� otros muchos delitos; fue llevado a la c�rcel y sentenciado a muerte. Tuvo una muerte ignominiosa, y sin que se arrepintiera de sus muchos pecados. Cuando el hijo fue ejecutado, el padre se acord� de lo que le pidi� a Dios, y con tristeza, l�grimas y verg�enza confes� su insensatez y su pecado al no haber estado conforme con que se hiciera la voluntad de Dios.
DONDE
ESTA EL TESORO ESTA EL CORAZON
|
Una
vez se le cont� a Lutero de cierto hidalgo que estaba enteramente sumergido en
las tinieblas de la avaricia, tanto que cuando sus amigos le suplicaron que
pensara en la Palabra de Dios contest�: �El evangelio no paga intereses�.
Luego dijo Lutero: ��No tiene grano?� Y les cont� esta f�bula:
En cierta ocasi�n el le�n hizo un banquete e invit� a todas las bestias del campo a que asistiesen. Entre los invitados hab�a algunos puercos. El banquete consist�a en platos delicados y deliciosos, pero los puercos preguntaron: ��No hay grano?� �De la misma manera�, continu� Lutero, en nuestros d�as hay hombres carnales. En el banquete del Se�or les ofrecemos los platos m�s exquisitos, la salvaci�n eterna, la remisi�n de los pecados y la gracia de Dios, pero semejantes a los puercos nos preguntan: ��No hay dinero?
AUMENTO
EL PESO, Y NO PUDIERON LEVANTARLO
|
Un
famoso hombre de ciencia refiere que en el curso de sus experimentos en las
monta�as, era con frecuencia bajado a grandes precipicios. Se met�a en un
cesto, una cuerda, no sin haber probado anticipadamente si ten�an bastante
fuerza para levantarlo de nuevo. Un
d�a tuvo que descender a una profundidad mayor que nunca antes, y hubo
necesidad de emplear toda la cuerda. Cuando
termin� su trabajo, y dio la se�al para que lo alzasen, los criados cogieron
la cuerda, pero a pesar de todos sus esfuerzos no pudieron levantarlo, y hubo
necesidad de esperar a que otras personas a las que fueron a llamar, viniesen a
ayudarlo.
La
causa era que no hab�an tomado en
consideraci�n el peso de la cuerda, que se a�ad�a al del hombre.
De igual manera, un hombre de cincuenta a�os tiene gran dificultad para rendirse a Cristo, pues tiene que levantar el peso de sus anteriores negativas. Dec�s �no� y vuestro coraz�n se endurece, y se hace m�s obstinada vuestra voluntad, y si por fin os perd�is, la culpa no ser� de Dios.
NO
QUISO AYUDAR A LOS LEPROSOS POBRES
|
El
doctor W. F. Oldman relata esta historia de un m�dico que rehus� ayudar a los
leprosos pobres como lo debiera haber hecho. Dice: �Cuando era yo ni�o viv�a
en Bombay, India. Tambi�n
en Bombay viv�a un famoso m�dico, el doctor Naoraji.
Este se�or ten�a fama como m�dico y atend�a mayormente a la gente de
buenas circunstancias econ�micas. Corr�a
el rumor de que este m�dico ten�a una medicina para curar la lepra, y que hab�a
curado algunos pacientes en los m�s acomodados hogares de la ciudad. Cuando los
otros m�dicos de la ciudad indagaron en cuanto al m�todo que el doctor Naoraji
usaba, �ste no les dio ninguna respuesta.
Solamente afirmaba que �l ten�a a un hijo que iba a ser m�dico y que
iba a compartir sus conocimientos con �l. Un d�a hubo un accidente en las
calles y cuando lleg� la ambulancia la v�ctima ya estaba muerta: era el doctor
Naoraji, y su secreto hab�a muerto con �l�.