Obstinación

 
 

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Lista de ilustraciones sobre la Obstinaci�n:

  1. COMO SERPIENTE MORDER�

  2. ORACI�N IMPROPIA DE UN PADRE.

  3. DONDE ESTA EL TESORO ESTA EL CORAZON

  4. AUMENTO EL PESO, Y NO PUDIERON LEVANTARLO

  5. NO QUISO AYUDAR A LOS LEPROSOS POBRES

 

COMO SERPIENTE MORDER�

El perforador de pozos Andre Poultier, de Rouen, Francia, apost� ante un grupo de amigos en un restaurante, que se beber�a treinta y nueve vasos de vermut en diez minutos.

Gan� la apuesta: y cay� muerto.

 

ORACI�N IMPROPIA DE UN PADRE.

Cierto ni�o, muy peque�o, estaba agonizando y su padre, que lo amaba mucho, se aflig�a en gran manera y no quer�a conformarse con que su hijo muriera, aunque con palabras de consuelo se lo aconsejaban sus amigos.  El pastor de la iglesia a la cual pertenec�a ese padre atribulado le daba iguales consejos y le dec�a que aceptara la voluntad divina y entregara la vida de su hijo a Dios, principalmente porque no hab�a probabilidades de que el ni�o sanara.  El padre contestaba: �No puedo conformarme.  Estoy orando para que Dios me conceda la vida de mi hijo, cualesquiera que sean las consecuencias.�  Se realiz� el anhelo del padre: el ni�o san�, se desarroll�, y su padre lo mimaba con exceso.  El hijo lleg� a ser un perverso: una espina que siempre estaba hiriendo el coraz�n del padre.  Cuando el hijo fue grande se hizo ladr�n, rob� cosas de valor a uno de sus maestros, y cometi� otros muchos delitos; fue llevado a la c�rcel y sentenciado a muerte.  Tuvo una muerte ignominiosa, y sin que se arrepintiera de sus muchos pecados.  Cuando el hijo fue ejecutado, el padre se acord� de lo que le pidi� a Dios, y con tristeza, l�grimas y verg�enza confes� su insensatez y su pecado al no haber estado conforme con que se hiciera la voluntad de Dios.

 

DONDE ESTA EL TESORO ESTA EL CORAZON

Una vez se le cont� a Lutero de cierto hidalgo que estaba enteramente sumergido en las tinieblas de la avaricia, tanto que cuando sus amigos le suplicaron que pensara en la Palabra de Dios contest�: �El evangelio no paga intereses�.  Luego dijo Lutero: ��No tiene grano?� Y les cont� esta f�bula: 

En cierta ocasi�n el le�n hizo un banquete e invit� a todas las bestias del campo a que asistiesen.  Entre los invitados hab�a algunos puercos.  El banquete consist�a en platos delicados y deliciosos, pero los puercos preguntaron: ��No hay grano?� �De la misma manera�, continu� Lutero,  en nuestros d�as hay hombres carnales.  En el banquete del Se�or les ofrecemos los platos m�s exquisitos, la salvaci�n eterna, la remisi�n de los pecados y la gracia de Dios, pero semejantes a los puercos nos preguntan: ��No hay dinero?

 

AUMENTO EL PESO, Y NO PUDIERON LEVANTARLO

Un famoso hombre de ciencia refiere que en el curso de sus experimentos en las monta�as, era con frecuencia bajado a grandes precipicios. Se met�a en un cesto, una cuerda, no sin haber probado anticipadamente si ten�an bastante fuerza para levantarlo de nuevo.  Un d�a tuvo que descender a una profundidad mayor que nunca antes, y hubo necesidad de emplear toda la cuerda.  Cuando termin� su trabajo, y dio la se�al para que lo alzasen, los criados cogieron la cuerda, pero a pesar de todos sus esfuerzos no pudieron levantarlo, y hubo necesidad de esperar a que otras personas a las que fueron a llamar, viniesen a ayudarlo.

La causa era que no hab�an  tomado en consideraci�n el peso de la cuerda, que se a�ad�a al del hombre.

De igual manera, un hombre de cincuenta a�os tiene gran dificultad para rendirse a Cristo, pues tiene que levantar el peso de sus anteriores negativas.  Dec�s �no� y vuestro coraz�n se endurece, y se hace  m�s obstinada vuestra voluntad, y si por fin os perd�is, la culpa no ser� de Dios.

 

NO QUISO AYUDAR A LOS LEPROSOS POBRES

El doctor W. F. Oldman relata esta historia de un m�dico que rehus� ayudar a los leprosos pobres como lo debiera haber hecho. Dice: �Cuando era yo ni�o viv�a en Bombay, India.  Tambi�n  en Bombay viv�a un famoso m�dico, el doctor Naoraji.  Este se�or ten�a fama como m�dico y atend�a mayormente a la gente de buenas circunstancias econ�micas.  Corr�a el rumor de que este m�dico ten�a una medicina para curar la lepra, y que hab�a curado algunos pacientes en los m�s acomodados hogares de la ciudad. Cuando los otros m�dicos de la ciudad indagaron en cuanto al m�todo que el doctor Naoraji usaba, �ste no les dio ninguna respuesta.  Solamente afirmaba que �l ten�a a un hijo que iba a ser m�dico y que iba a compartir sus conocimientos con �l. Un d�a hubo un accidente en las calles y cuando lleg� la ambulancia la v�ctima ya estaba muerta: era el doctor Naoraji, y su secreto hab�a muerto con �l�.